Es considerado el más grande guitarrista de rock de todos los tiempos. En apenas cuatro años se transformó en referente de toda una generación que lo veneró. Sus adicciones al alcohol y las drogas marcaron su final. Su muerte tuvo aristas polémicas, y la edad en que falleció lo hicieron parte del “Club de los 27”.
Le bastaron apenas cuatro años. Desde su irrupción en 1966 hasta su muerte en 1970, Jimi Hendrix demostró ser el mejor guitarrista de rock no sólo de su tiempo sino de toda la historia. Su legado musical se mantiene intacto pese al medio siglo que pasó desde su desaparición y pese al poco tiempo en el que elaboró su obra. Fue el guitarrista completo: distorsión y melodía, psicodelia y rock, lirismo y potencia, rock y blues, sexo y espiritualidad, virtuosismo y pasión.
Podía tocar un tema propio, un cover de una canción folk como Hey Joe o Star-Splanged Banner, el himno norteamericano, como en el cierre de su set en Woodstock. El resultado siempre era deslumbrante y novedoso. Iba desde lo dúctil a lo atronador, como si ningún registro le fuera ajeno. En vida publicó tres álbumes definitivos y revolucionarios. Luego de su irrupción, ya nada volvió a ser lo mismo. Cada uno de los guitarristas de rock posteriores (y también la mayoría de sus contemporáneos) son deudores de Hendrix. Su música logra algo poco frecuente. Es cabal representante de una época y al mismo tiempo mantiene la atemporalidad de los clásicos.

El mito fundacional establece que fue llevado a Inglaterra por Chas Chandler, el ex bajista de los Animals. Hendrix aceptó viajar a Europa pero exigió tocar con Cream, el primer súper grupo. Eric Clapton, Ginger Baker, Jack Bruce. Cream tocaba música que nadie hacía en esos años. Clapton era inalcanzable, el apodo que le habían puesto definía sus poderes: Dios. Era inconcebible compartir el escenario con esos monstruos. Sin embargo, Hendrix sabía que estaba a la altura del desafío. Clapton eligió Killing Floor, una canción muy complicada. La actuación de Hendrix fue deslumbrante. Dicen que Eric Clapton salió del escenario y le dijo a uno de los allegados: “Nadie me dijo que este tipo era tan bueno”. Esa noche Jimi Hendrix inició su leyenda y se convirtió en deicida. Fue la noche en que Hendrix mató a Dios.
Después vendrían los tres discos, el trío, la Band of Gypsies, los shows, los grandes festivales. Su habilidad con la guitarra le permitía gestos exhibicionistas, piruetas y trucos que disgustaban a algunos puristas. Tocar por detrás de la cabeza, con los dientes, la guitarra prendida fuego sobre el escenario. Esta última es una imagen que hace demasiada burda la metáfora de lo que sucedía en los momentos más álgidos de sus interpretaciones.
En la medianoche del 18 de septiembre de 1970 subió al escenario para acompañar a War y a su líder Eric Burdon. Fue ovacionado como siempre. Tomó mucho alcohol y consumió algunas drogas rodeado de hermosas mujeres, también, como siempre. En algún momento, lo rescató -o lo monopolizó Monika Dannemann. Ella le preparó un sandwich de atún, conversaron y tomaron vino. Pese al cansancio y la hora, Hendrix no podía dormirse. Le dijo a Monika que iba a tomar algo para hacerlo. Ya eran casi las 7 de la mañana.
Monika asegura que ella se despertó tres horas después y que al verlo dormido, decidió bajar a comprar cigarrillos. Recién cuando regresó, notó que, acostado, boca arriba, un delgado hilo de vomito se deslizaba por sus labios. Intentó despertarlo y al no obtener respuesta pidió ayuda.
Los años en vez de aportar claridad, sólo profundizaron las versiones encontradas y las sospechas. Se habló de muerte accidental, de suicidio y hasta de homicidio (en ese caso las sospechas siempre apuntaron a Monika pero como instrumento de la CIA o el FBI por el nexo entre Jimi y las Panteras Negras: una teoría nada verosímil).El informe final determinó que la causa de muerte fue “inhalación de vómito debida a una intoxicación con barbitúricos”.